El legado de Paul Allen y su fortuna sin heredero

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Al ser uno de los pioneros de internet, Paul Allen consiguió dejar una huella imborrable que sustenta en haber marcado de alguna manera la ruta para la constitución de esa llamada revolución tecnológica que nos permite disfrutar actualmente de miles de recursos diferentes. Sin lugar a dudas, quien fuera el cofundador de Microsoft, también fue un hombre abanderado de la filantropía que, tras su fallecimiento, dejó una fortuna sin heredero estimada en alrededor de 20.000 millones de dólares.

Sin esposa ni hijos, el único familiar directo del que se tiene conocimiento, es su hermana menor Jody, quien describe a Allen como un hombre extraordinario. En cuanto a la acumulación de su riqueza, basta efectuar una pequeña revisión de todo lo que hizo para dimensionar la razón de la existencia de esta creciente cifra, la cual se prevé termine siendo destinada a las causas que solía apoyar estando en vida.

Paul Allen, el hombre de la idea

En su autobiografía titulada Idea Man (el hombre de la idea) Allen se ocupa de contar varios aspectos sobre la enfermedad que le afectó (linfoma no hodking) y que al fin de cuentas lo llevo a la muerte, el pasado 16 de octubre, con una edad de 65 años, pero asimismo, se pueden encontrar apartados en los que se refiere a su antiguo compañero de formula Bill Gates y su aparición en el puesto 44 de la lista de millonarios que suele realizar la revista Forbes.

Gracias a las acciones de Microsoft, este hombre encontró la manera de invertir su dinero en diversas propiedades para conseguir una generosa cartera inmobiliaria, también se sabe sobre sus inversiones en equipos deportivos de la NBA, la NFL y la MLS, sus descomunales yates avaluados en em 140 y 170 millones respectivamente y de la creación de su propio centro para la investigación de biociencia, el Allen Institute for Brain.

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Para resaltar, su decisión de firmar la iniciativa de Bill y Melina Gates, The Giving Pledge, un documento en el que personas con gran capital económico asumen el compromiso de donar en grandes cantidades para contribuir a la ejecución de acciones filantrópicas.

Una fortuna sin heredero

Quien recibiera el reconocimiento Carnegie Medal of Philanthropy, siempre trabajó por causar un impacto positivo en el mundo, de manera que su lógica de donar no solo fue llevada a cabo en vida, ya que ahora es el turno para que luego de que sus activos sean subastados o vendidos, lo obtenido pueda ser empleado para seguir ayudando.

Sus intereses que no eran más que un llamado al fomento de la cultura, no solo incluían la ciencia y la tecnología, los aviones de la Segunda Guerra Mundial, y las colecciones de las más impresionantes obras de arte siempre estuvieron en su mira.

Insistiendo siempre que aquel individuo que consiguiera disponer de una gran fortuna, igualmente adquiría una responsabilidad con la sociedad y en consecuencia debía dirigir todos sus esfuerzos para hacer el bien y procurar el bienestar para todos, Allen definitivamente se apropió de este pensamiento y lo puso en práctica sin reserva alguna.

 

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