Las tarjetas de pago aplazado, más conocidas como tarjetas revolving, comienzan a estar presentes en los juzgados de toda España, con casos de demandas con los que se busca la condena de los bancos por usura, tratando así de que sus clientes recuperen todos los intereses que han pagado de manera abusiva.
Con miles de sentencias favorables en este tipo de demandas, este tipo de intereses abusivos ya son todo un quebradero de cabeza para el mundo de la banca, ya que hay hasta 8 millones de personas que podrían realizar sus reclamaciones ante el juzgado.
Cómo funcionan las tarjetas revolving
Las tarjetas revolving son tarjetas que, al igual que el resto de tarjetas de crédito, permiten el pago aplazado de todo aquello que compres, por lo que compras ahora cualquier cosa y podrás pagarlo posteriormente a crédito. La diferencia con las convencionales es la manera en la que posibilitan la devolución del dinero.
Mientras que en una tarjeta de crédito convencional realizas compras y pagas el total de las compras a final de mes o cuando esté estipulado en el contrato, sin intereses, en el caso de las tarjetas revolving te permiten fraccionar el pago del crédito, es decir, que en lugar de abonar todo aquello que has gastado de la misma vez, puedes pagarlo en diferentes cuotas para la devolución del dinero.
Es decir, se trata de una tarjeta que incluye un crédito preconcedido en el usuario elige cuánto quiere abonar cada mes, ya sea un porcentaje del total de la deuda o una cuota fija. Asimismo, a medida que se va devolviendo el crédito, este dinero vuelve a encontrarse disponible para ser gastado por el usuario de nuevo, dando así origen a un círculo vicioso que nunca parece tener fin.
El problema de estas tarjetas es cuanto las cuotas no cubren el principal y generan nuevos intereses que se van acumulando, haciendo que sea una deuda que puede llegar a durar mucho tiempo e incluso inasumible a causa de los elevados intereses que se manejan, que habitualmente rondan el 25% TAE.